El precio del milagro de la cura divina, para mí, es uno de los más altos; ¿por qué? Porque las decisiones de la persona enferma tienen que ser realmente de coraje, ya que es su vida la que está en juego.
Si la fe no está bien fundamentada en la Palabra de Dios y hay cualquier sombra de duda con relación a lo que ella cree de todo su corazón, entonces ella puede perder su vida. En realidad, cuando la fe está apoyada en la Palabra de Dios y la persona no se deja llevar por los demás, o sea, no se deja influenciar en ningún momento por la más mínima palabra de duda, síntomas externos u otras circunstancias adversas, será imposible que ella no sea curada. Existen aquellas personas que acostumbran a dudar de sus dudas. Este es el gran secreto de las personas victoriosas y de cómo vencer las dudas.
Cuando surge cualquier duda, inmediatamente ellas dudan de aquella duda y no la aceptan como una verdad. Entonces, ¿qué sucede? La duda desaparece. Cuando una persona pide oración o consejo con relación a su enfermedad, acostumbramos hacer la oración de fe tal como lo ordenan las Escrituras; sin embargo, siempre procuramos mostrar dos alternativas: la primera sería buscar la sanidad a través de la medicina que, dependiendo la enfermedad, podrán curarla o no, y la segunda es buscar la sanidad a través de la fe sobrenatural (en el caso en que nada pudo hacer la medicina).
Cualquiera sea el camino a seguir, la decisión es exclusivamente de la persona enferma, más si el camino a seguir es por la fe, porque nadie puede hacer lo que la persona tiene que hacer por sí misma. Escogiendo el camino de la fe, obligatoriamente tendrá que tomar decisiones de absoluto coraje. Muchas veces, la persona es considerada loca o fanática por sus seres queridos, pero el resultado es siempre positivo porque la Palabra de Dios, el Nombre del Señor Jesús y el Espíritu Santo no pueden fallar.
En la semana seguiremos con este tema.
Tengan una excelente semana, Dios los bendiga!!!
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