En consecuencia, ella lleva dentro de sí una indignación imposible de contener en contra del avance del imperio de las tinieblas y, de alguna manera, trata de contraponer ese avance con la divulgación del Evangelio vivo del Reino de Dios.
Por tener el carácter de Dios, la persona no se interesa más con su vida, su futuro o el de su familia. ¿Por qué? Sencillamente porque todo lo que ella es o pretende ser, todo lo que tiene o pretende tener no está en sus manos. ¿Dónde está? En el altar. Su vida no tiene más sentido para sí, ya que es vivida en función de su Señor; está siempre quemando como ofrenda viva en el altar.
En razón de esa guerra contra el mal, sus conquistas son naturales y continuas, a pesar de las luchas reñidas (o sea, las luchas que el propio mal coloca).
El sentimiento de fe que morimos en Cristo y fuimos sepultados en su semejanza, a través del bautismo en las aguas, y en seguida resucitamos juntamente con Él, es avivado continuamente pon el bautismo con el Espíritu Santo.
La vida del siervo que ya fue sellado Espíritu Santo está oculta con el Señor Jesús, es por esta razón que su voluntad no existe más, y sí la de su Señor.
Cuando la persona es realmente bautizada con el Espíritu Santo, tiene apenas un pensamiento. ¿Cuál es? Por supuesto, servir a Dios con todas sus fuerzas, de todo su entendimiento y de todo su corazón. Es como dijo el Espíritu Santo a través de Pablo:
"Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida esta escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3:1-3)
Dios los bendiga de forma abundante en el Nombre del Señor Jesús!!!
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